Nuestro mundo de plástico

 In Cultura, Opinión

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En la actualidad, el tema de la contaminación es muy escuchado. Poco a poco, el número de movimientos, organizaciones, y material reflexivo (películas, libros, ensayos, etc.) va aumentando, tratando de persuadir a la gente de tomar conciencia por el medio ambiente. Por desgracia, estos nos siempre llegan a las personas. Aún peor, hay casos muy comunes en los que los individuos negligentes ven este contenido, generalmente películas, solamente por diversión; sin tan siquiera imaginar que estos eventos, los mostrados en medios, sucedan en el Planeta Tierra.

plastico-1Esta gente ignora los efectos que sus actos pueden tener con el equilibrio del estado de la tierra, pues solo piensan en su generación y la época en la que aún estén vivos, pues después de su tiempo de existencia ellos ya no estarán consientes para sentirse culpables. ¡Oh!, pero incluso este tipo de pensamiento es demasiado avanzado para ellos. En verdad dudo que piensen acerca de lo que su vida es, acerca de su posición en el universo y acerca de lo que vendrá en el futuro; todas las revelaciones futuras que ellos no podrán ver. No, una persona que no piensa en el medio ambiente solo va por su existencia caminando, comiendo, a veces trabajando… ejercen un estilo de vida común sin cuestionarlo. Entre sus costumbres está el tirar basura, soltar al aire bolsas de plástico, desperdiciar papel… y una infinidad de cosas más que para ellos son dignas de la más grande de las nimiedades, totalmente insignificantes; tanto, que se podría comparar a estas acciones con el número de mosquitos que uno mata.

plastico-2Ellos ven las bolsas de plástico sin pensar en su origen, en sus materiales, en cuánto uno de estos artefactos tarda en descomponerse. Una de estas personas no tiene la menor de las ideas de que esa misma bolsa de plástico que ve, rodará por todo el mundo, será pisoteada por diversos tipos de personas y zapatos, aparecerá en películas famosas como material de fondo, se pegará a los vidrios de infinidad de automóviles, atravesará las más pobladas calles de las más famosas ciudades del mundo, reposará junto a los basureros de cada parte del mundo. Esta bolsa observará el desarrollo de la cultura, economía, vivirá todas las guerras actuales y futuras que determinen el porvenir del mundo, andará en la cochera de los más grandes líderes y celebridades, verá el desarrollo de los robots para la vida diaria y la creación de los automóviles voladores, y esta bolsa, esta terriblemente insignificante bolsa de plástico aún va a existir lejos, muy lejos de su muerte, es decir, la descomposición de esta bolsa tarda más que la vida de una persona. Los humanos mueren, por eso no se preocupan en lo que viene después de sus vidas, en el significado de esta, en el mundo, en las profundidades que se ocultan bajo el suelo que pisamos con tanta confianza.

Las bolsas de plástico no mueren, aspecto en el que estas basuras nos superan. Siendo seres inanimados, no hacen ningún mal en su vida, porque nunca nacen en realidad. Los mismos humanos somos los que creamos esta basura inmortal, esta basura que nos atormentará por miles de años, pudiendo evitar esto en un solo segundo. Pero no somos capaces de hacer algo tan simple, porque no somos como las bolsas de plástico: nosotros si morimos. Pero la bolsa de plástico no es siempre una basura: es un utensilio. Se vuelve basura cuándo se decide tirarle, pero no como es debido. ¡Y hacerlo como es adecuado resulta hasta más fácil! Un segundo decide la vida de una bolsa de plástico, por miles de años. Pero no son solamente miles las unidades de años, si no de bolsas. Es así como una pequeñez como lo es una bolsa de plástico causa tanto impacto en nuestro mundo. Si una bolsa es tan insignificante y origina todo este desorden y caos, ¿entonces cuál será el impacto que tendrá el desperdiciar agua? ¿De talar árboles? ¿De construir fábricas en los bosques? ¿De fumar, de provocar incendios, de destruir? Aniquilar a un solo árbol no importará mucho, pues… Pero qué gran chiste, qué gran gracia provoca pensar en que durante la fabricación de tablas sólo se cortan dos, tres árboles.

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Para urbanizar una ciudad se debe sustituir el color verde por el gris. La gente parece olvidar para lo que sirven los árboles. Es completamente irónico este fenómeno, este modo de pensar. No, no se utiliza el pensamiento, es sólo una intuición, un instinto humano. El hombre destruye para tener más espacio para su especie. Muy bien, entonces si un humano es soberbio y sólo piensa en él, ¿Por qué destruye la fuente de su vida? ¡Los árboles son una de las bases de nuestra vida! Si los árboles desaparecen los humanos también lo harán. Pero usualmente no se cree que semejante cosa pueda suceder, precisamente por la ignorancia. ¿Habrán visto alguna vez las personas que tiran sus cigarrillos en la calle una imagen satelital que compare la densidad de bosques y áreas verdes actual con la de hace 10 años? La diferencia es indiscutible. Puede parecer esto una exageración, pero es verdad. Hace 10 años todos los países lucían sobre su figura una paleta verdosa. Ahora el verde oscuro se ha convertido en un tono café, color tierra desnuda, sobre la cual se dibujan ciudades, fábricas y edificios, y peatones que ignoran estas verdades posan con cada paso sus pies sobre la tierra que están destruyendo.

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Los esfuerzos de pensar en cómo salvar el mundo parecen ser completamente vanos, pues siempre habrán personas incrédulas que ignoren la verda, esa verdad que predice que el universo será destruido por las manos de los dominantes de la materia, de los seres que ejercen control sobre todo organismo: los humanos. ¿Qué acaso no han bastado la gran cantidad de películas de ciencia-ficción que cuentan infinidad de teorías, ya sean realistas o llenas de falacia, acerca del último respiro de todos los tiempos? No, esto es concebido como mera obra de ficción. Uno vive la realidad, sin pensar en ella. Es muy poca gente quien se preocupa en los significados y mecanismos, en las acciones y en sus reacciones. Ahora esto es considerado como una pérdida de tiempo, y a quienes se les hace el favor de apoyarles con esta enseñanza lo único que se cuestionan es: “¿Y para que nos servirá esto en la vida?”. Si no nos sirve de nada cuidar a nuestro planeta en la vida, ¿podremos ejercer nuestros conocimientos en la muerte? El planeta que pisamos es el hogar del ser humano, y no existe ninguno más que este. El humano no es omnipotente. Si el suelo desaparece súbitamente bajo nuestros pies, no aprenderemos a volar. Las especies se adaptan, pero no lo hacen en segundos. Si una ola de gigantescas proporciones arrasa con nosotros, no nos saldrán aletas al momento, por más que lo deseemos. ¿Por qué desear aletas en una situación extrema cuando podemos simplemente levantar la basura en una situación común, que es parte de toda vida cotidiana? La vida se nos va, no es preciso agacharse y tomar un pedazo de papel para echarlo al bote de basura más cercano. ¿No es así? Ya hay mucha gente en el mundo, ¿Porque habrá uno mismo de preocuparse en una cosa tan insignificante como esta? Esta clase de mentalidad es la máxima expresión de la incompetencia.

Por Gabriela Aldana

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