El Emperador Maximiliano de Habsburgo: “El Quijote” Mexicano

 In Cultura, Opinión

descarga

Durante la guerra de reforma México sufrió de un periodo de tal violencia e ingobernabilidad que el país fue cayendo hacia el caos social, político y económico. En todo el país pululaban guerrillas, pandillas de bandidos y salteadores de caminos que tenían en ascuas a todos aquellos que trataban de realizar actividades comerciales, actividades productivas e inclusive trabajar el campo para la indispensable producción de alimentos. El trasfondo era el enfrentamiento de los conservadores que trataban de mantener el orden establecido con leyes injustas y beneficios para unos cuantos contra los liberales representados por los reformadores como Valentín Gómez Farías y Benito Juárez. El presidente de la república Ignacio Comonfort renunció al gobierno con un histórico “golpe de estado contra sí mismo” para unirse en calidad de militar al lado de los liberales. Según la constitución, en ausencia de presidente de la República le correspondía asumir el gobierno al presidente de la Suprema Corte de Justicia, cargo que ostentaba en ese entonces Don Benito Juárez.

Así dio comienzo el periodo histórico conocido como el segundo imperio mexicano, desatado inicialmente por deudas contraídas por el inestable gobierno de Juárez con los países de España, Inglaterra y Francia. Esta última aprovechó el momento de debilidad del país para declarar la guerra y no fue secundada por España ni por Inglaterra, desencadenando la guerra de invasión francesa, donde se dieron los hechos heroicos de loa batalla de Puebla cuya defensa exitosa y derrota temporal del ejército francés hicieran famoso al general Ignacio Zaragoza, pero como no es lo mismo ganar una batalla que ganar la guerra, en los meses siguientes Francia derrotó contundentemente al ejército mexicano.

Reinaba entonces en Francia Napoleón III, sobrino del célebre conquistador Napoleón. Su esposa era Doña Eugenia de Montijo, aristócrata española. Frecuentaba entonces las cortes francesas y tenía amistad estrecha con la emperatriz Eugenia un aristócrata mexicano que vivía en París de nombre José Manuel Hidalgo y Eznaurrízar. Ambos comenzaros a planear la imposición de un emperador europeo en México avalado por el gobierno de Napoleón III para poner fin al desorden y la ingobernabilidad e imponer la ley y la prosperidad por medio de la fuerza imperial. Fue aquí donde surgió la idea de ofrecer el imperio a Maximiliano de Habsburgo, originario de Austria y hermano de su actual emperador Francisco José de Habsburgo. Maximiliano en ese entonces era gobernador del pequeño estado Lombardo-Véneto en el norte de Italia y residía en un bello castillo diseñado por él mismo en las playas de Trieste. Era un joven culto con intereses artísticos y científicos muy elevados criado con la más depurada educación y con las maneras cortesanas más depuradas. Era además uno de los miembros de la realeza europea más apuestos y su afición principal era el arte naval, lo que se reflejaba en su castillo el palacio de Miramar diseñado como si fuera la proa de un barco completamente blanco y de una arquitectura muy hermosa. Así como El Quijote, personaje de Miguel de Cervantes alimentaba su locura con fantasías e ilusiones, en un episodio del mismo libro se le ofrece a Sancho Panza, el escudero de Don Quijote, el gobierno de una isla solo con la finalidad de burlarse de la estrafalaria pareja; asimismo le ocurrió a Maximiliano al ser ofrecido a este aristócrata, completamente ajeno a los horrores en que estaba sumido el país, a su cultura y a sus costumbres, completamente desconocidas para un joven ingenuo y soñador como él; prometiéndole ser el emperador de uno de los más grandes y ricos países del mundo, lo cual no dejaría de ser cierto si no estuviera sumido en el desorden y el caos.

Maximiliano tenía por esposa a Carlota de Bélgica, nacida en Gante, y a su vez descendiente de la realeza siendo su padre Leopoldo I de Bélgica. Era una joven inteligente, culta y muy bella, formando con Maximiliano una pareja real de ensueño. Tenía Carlota una característica que terminaría por llevar al desastre y a la muerte a Maximiliano: era extremadamente ambiciosa y la noticia del ofrecimiento del imperio cuando su esposo pidió tiempo para pensarlo la llevó a ser quien tomaras la decisión e impulsara a Maximiliano a aceptar de inmediato.

El ofrecimiento del imperio fue formalizado por un grupo de aristócratas mexicanos quienes acudieron al palacio de Miramar para tal formalidad. Entre ellos el propio José Manuel Hidalgo, y, curiosamente, un hijo del héroe de la independencia Don José María Morelos: Juan Nepomuceno Almonte, así como el sacerdote conocido como el Padre Miranda, José María Gutiérrez Estrada y otros cinco destacados personajes de la aristocracia de México quienes apoyaban al gobierno conservador.

Miguel Miramón, joven general conservador, subió al poder a la edad de 27 años siendo el presidente de la república más joven de la historia y dirigía la guerra contra los liberales encabezados por Don Benito Juárez quien a su vez reclamaba la presidencia de la república y la ejercía desde diferentes ciudades siendo un gobierno itinerante dadas las condiciones que imponía el estado de guerra. Juárez y Melchor Ocampo que fungía como vicepresidente, al verse privados de recursos para sostener la guerra realizaron un plan que históricamente ha puesto en entredicho la lealtad de Juárez hacia la patria, ya que pidieron el apoyo económico y de armamento de los Estados Unidos y a su presidente George Buchanan mediante un tratado que ofrecía entregar parte del territorio nacional entre el Istmo de Tehuantepec y dos franjas que atravesaban el país a partir de la frontera Norte para que nuestro vecino tuviera libre paso y soberanía a través de estos para realizar abiertamente su comercio con el pacífico. Este tratado, por ser McLane el secretario de estado encargado de negociar con Melchor Ocampo, llevó el nombre de “Tratado McLane-Ocampo” y es uno entre cientos de ejemplos de que nuestros héroes nacionales no eran patriotas perfectos y que pensaban que el fin justificaba los medios.

En este estado se encontraba la República Mexicana cuando partiendo de Miramar llegaron al puerto de Veracruz el 28 de Mayo de 1864 los emperadores Habsburgo en el buque Novara. Desde su llegada sufrieron grandes decepciones viendo el atraso y la pobreza en que se encontraba el país. La primera noche que pasarían en el castillo de Chapultepec se dieron cuenta de que la cama estaba llena de chinches, lo que obligó a Carlota a dormir sentada en un sillón y a Maximiliano sobre una mesa de billar y este hecho puede describir muchísimas de las vicisitudes a que se enfrentaron y los ubicaron en una realidad más trágica de la que habían imaginado.

Napoleón III había jurado sostener el trono de Maximiliano con apoyo económico y militar. Con base en esto, Carlota principalmente, empezó a organizar una corte mexicana con gran lujo y derroche. Maximiliano pasaba muchas horas de su tiempo estableciendo todos los detalles y procedimientos del protocolo que debería privar en la corte llegando al extremo de diseñar los uniformes de todas las jerarquías así como la moneda, premios y medallas e inclusive la descripción del menú para sus fiestas y recepciones. Mientras que el país sufría de una de las más terribles guerras civiles, en la corte establecida por los emperadores se vivía en un mundo de fantasía que al final resultó muy difícil de sostener. Al mismo tiempo las esperanzas que tenía la iglesia de recuperar privilegios, bienes y riquezas que les habían sido arrebatados por la ley de reforma de 1857 y a la fecha defendida por Juárez y sus generales entre los que destacaban: González Ortega, Santos Degollado, Leandro Valle, Lerdo de Tejada, Ramón Corona, Mariano Escobedo y el muy joven Porfirio Díaz, entre otros, se vieron decepcionados al igual que el bando conservador pues Maximiliano actuó con independencia ya que dentro de su mentalidad europea defendía los principios liberales, por lo que suele llamársele “un rey más liberal que el propio Juárez”, defendiendo los derechos establecidos en la constitución, retribuyendo tierras arrebatadas a poblaciones indígenas y con esto ganó que tanto loa iglesia como los conservadores poco a poco le retiraran su apoyo, pero lo que finalmente terminó con su reinado fue que Napoleón III al verse enfrascado a su vez en la guerra contra Prusia y finalmente amenazado por el general Otto Von Bismark, se viera imposibilitado para continuar dando apoyo económico y militar al imperio y finalmente decidiera retirar al ejército francés de México, quedando Maximiliano poco a poco con menos fuerzas leales solo con el apoyo de pequeños ejércitos sobre todo de voluntarios austriacos y belgas dirigiéndose hacia el desastre, tratando de sostener su imperio con todos los factores en contra y principalmente el hecho de que Estados Unidos siendo contrario al establecimiento del imperio reflejado esto en la doctrina Monroe que establece “América para los americanos” y dando así gran apoyo a los ejércitos de Juárez fueron causando la derrota de las fuerzas imperiales.

Es aquí donde entra en juego la representación de uno de los episodios más dramáticos y heroicos de la historia nacional representada por Carlota, quien se negó a que Maximiliano se rindiera y abdicara al trono, yendo a Europa a rogar a Napoleón III que mantuviera su promesa, mismo que le demostró lo imposible de tal petición. Carlota entonces se dirige a Roma a postrarse ante el Papa Pío IX, quien no pudo darle el apoyo además de tener reservas por enterarse de que Carlota iba en contra de los intereses de la iglesia. La Reina comienza a dar signos de esquizofrenia y se vuelve completamente loca. Nunca más recuperaría la razón hasta su muerte en 1927. Por su parte, Maximiliano se queda solo sin el apoyo de su esposa quien se dice que realmente llevaba las riendas del gobierno. Es derrotado en Querétaro por Mariano Escobedo y Ramón Corona. Se le condena a muerte en un juicio amañado e inconstitucional y es fusilado junto con el general Mejía y Miramón en el Cerro de las Cruces de Querétaro el 16 de Junio de 1867. Su ilusorio reinado duró apenas 3 años. Se dice que hasta el último momento mantuvo una actitud digna y honorable a lo que lo obligaba su ascendencia y su casta.

Así es como al igual que el trágicamente cómico Don Quijote de la Mancha fue víctima de su mundo ilusorio, Maximiliano fue una víctima de su candidez y de su sentido del honor aprendido en otro terreno menos salvaje y más civilizado.

 

Gabriela Aldana

Dejar un comentario