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Boca vs River

Una jornada que prometía demasiado debido al clásico que disputarían Boca y River, acabó decepcionando a cada aficionado que se dio cita para ver el «superclásico».

En el juego disputado en la casa de Boca, el equipo local tendría que remar contracorriente debido a la lesión de su jugador más importante en la medular, Fernando Gago y a la justa y temprana expulsión de Pérez. Con 10 hombres desde el minuto 13′, Boca con su inferioridad numérica intentó ser mejor. River con la tenencia de la pelota simplemente, careció de ideas. El cerebro y ritmo de D’alessandro parecían inútiles, ya que sus otros 10 compañeros no tenían ganas de salir victoriosos del campo de la Bombonera. El partido transcurrió y parecía que Gallardo y su River tenían miedo de ganar, de intentar algo más. El «Muñeco»  muy pocas veces dejó que su equipo rompiera la línea de 4, independientemente de que Boca atacaba con 2.

Boca jugaba al contragolpe, a tratar de no desgastarse tanto, un balonazo para que tanto Pavón como Tévez explotaran su velocidad para poder abrir el marcador, lo cual, nunca sucedió.

River conducía el juego, pero era carente de ideas, el único diferente era D’alessandro. Intentaba de fuera del área, centraba, conducía, movía los hilos del equipo millonario, pero solo, jamás podría.

Las constantes infracciones que paraban el soso ritmo de partido y las constantes imprecisiones de ambos equipos, generaban un ambiente aburrido, sin brillo ni color.

El partido transcurría y llegaba a su fin. Un partido que prometía mucho, que se quedo solo en eso, en una falsa promesa.

Boca probablemente con 11 hubiera jugado mejor, pero eso nunca lo sabremos, lo único que se sabe es que ambos equipos, mas River que Boca, quedaron a deber.

Un 0-0 que podrá dejar una mejor sensación al equipo de Boca Juniors ya que, con 10 hombres logró sacar el empate. Y un 0-0 que dejará mal sabor de boca al conjunto de River, que recientemente empieza a demostrar que sufre de un bajón de juego. Hoy contra diez no pudo ni supo hacer daño.

 

Por Santiago Manzur.

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