Discurso para la generación 2013-2016
El pasado viernes 24 de junio la generación 2013-2016 se graduó de bachillerato. Tuve el honor de ser su padrino de generación. Transcribo aquí el mensaje que dirigí a mis queridos (ex) alumnos en uno de los días más gratificantes de mi carrera.
Distinguidos miembros del presidium, padres de familia, familiares de los graduados, invitados, compañeros maestros y muy estimados graduados.
Buenos días. Primero que nada quiero agradecerle a la generación 2013-2016 que me hayan elegido como padrino de generación. Es un honor poder dirigirles unas palabras hoy en un día tan importante. Gracias niños, de verdad muchas gracias.
Me gustaría dejarles algunas ideas, algunos conceptos que creo, pueden serles útiles. Mi intención no es dar un gran discurso, llenarlos de lágrimas, decirles que son lo mejor que le pasó a este planeta, que son unos chicos especialísimos y que por eso el mundo entero los va a tratar mejor que al resto de sus congéneres y que su vida va a estar llena de éxitos de ahora en adelante. Prefiero decirles la verdad, al menos, la verdad que yo he encontrado, tanto en mi camino por la vida como en mi camino junto a ustedes como su profe de Filosofía, y en algunos casos (espero) como su amigo. Espero no aburrirlos o dormirlos. La experiencia de nuestro curso de Filosofía me dejó muy clara mi capacidad de arrullar e inducir un raro estado de somnolencia en mis oyentes. Nico, si me pongo muy aburrido, me avisas. Trataré, pues, de ser conciso y si se puede, hacer algo de sentido.
Quiero hablarles, primero, de algo que yo llamo “la importancia de ser geek”. Tal vez este concepto del “ser geek” no sea tan claro para algunos de ustedes, pero quiero que por un momento me dejen explicar a qué me refiero. El ser geek es algo que parece cada vez más de moda con series como The Big Bang Theory o el apogeo de películas de superhéroes que antes solo los más ñoños conocíamos. No se ustedes pero yo honestamente nunca creí que Iron Man pudiera llegar a ser considerado como algo cool. Para mi, ser geek implica algo más importante que jugar videojuegos, emocionarse con películas de Star Wars, Batman contra Superman (todos sabemos que Batman es mejor) o X-Men. Estas películas y series como Game of Thrones , Hora de Aventura o Dragon Ball, llevan siempre implícita para mi una premisa fundamental: la reivindicación de mi individualidad.
El poder decir, con seguridad y orgullo “este soy yo, y a mi me hace feliz saber la diferencia entre Leviosa y Leviosá, entre Link y Zelda y tener la certeza de que Han Solo disparó primero”. Perderme en historias clásicas como La Historia sin Fin, Momo, El Principito, Siddharta, Harry Potter, El Señor de los Anillos, Star Wars, Un Mundo Feliz o 1984 me llevó a interesarme por los detalles en las historias y en los rasgos psicológicos de los personajes y eventualmente me llevó a interesarme por MI historia, MIS rasgos psicológicos, MI país, MI planeta, MI persona. El ser geek comenzó como una forma de diversión distinta, poco convencional y terminó por darme la mejor herramienta que uno puede tener para ser feliz en la vida: el conocimiento de la propia existencia, la conciencia. La certeza de que mi mejor herramienta, soy yo mismo.
Antes de pasar al punto siguiente quiero hablarles de Dungeons and Dragons. Les juro que tengo un punto y esto va a hacer sentido pronto, ténganme paciencia por favor. Dungeons and Dragons es un juego de dados en el que uno crea un personaje y alguien crea una historia donde este participa. Es lo más ñoño y geek que existe en el planeta. Yo lo hice durante años.
Les explico rápido. Tu tienes una hoja como la que ven en la imagen, esta hoja es tu personaje y tu le asignas valores a las habilidades que quieras que tenga. Entre más avanzas en el juego y cuando cumples ciertos objetivos, subes de nivel y puedes poner más puntos en las habilidades que tu quieras. Imaginemos que en la historia que estás jugando vas recorriendo un camino en medio del bosque, acompañado por otro compañero. De pronto, el narrador de la historia les pide que tiren un dado de 20 lados para escuchar algo. El dado de 20 lados es la representación de la suerte, hay veces que te favorece y hay veces que te perjudica y lo que saques en el dado se suma a los puntos que tu tengas en alguna habilidad. Supongamos que tu personaje tiene 5 puntos en la habilidad de “escuchar” y tu compañero 3. Hay alguien caminando entre los árboles del bosque que los quiere asaltar y él tiene 6 puntos en la habilidad “caminar sin ser escuchado”, y en su dado sacó 9 puntos; 9 puntos del dado + 6 puntos de la habilidad = 15 puntos de caminar sin ser escuchado. Si tu compañero saca un 3 en el dado de 20 lados, su suma da un total de 6 y prácticamente no escucha nada, ni sus propios pasos. Si en tu dado sacas un 16, eso, junto con tus 5 puntos de habilidad, te da un 21, con el que escuchas al que los quiere asaltar y notas incluso el sonido de sus armas chocando entre sí. Fuera de lo complicado que puede sonar esto al principio, hay algo que me gustaría que notaran. El equilibrio necesario entre suerte y habilidad. Hay veces que tenemos la suerte y hay veces que tenemos la habilidad para resolver nuestros problemas. Confiarse en que van a tener siempre suerte es convertir la vida en un juego de dados, tengan cuidado.
El segundo punto o tema del que les quiero hablar es: La vida está en otra parte.
Esta frase no es mía, es el título de un libro de 1969 del escritor checo Milan Kundera, el mismo que escribió “La insoportable levedad del ser” que a muchos nos suena conocido. Tengo que admitir que no he leído más que un libro de Kundera y no es ninguno de los dos mencionados. Pero la frase “la vida está en otra parte” ha estado conmigo desde hace años y tiene un significado especial. Si alguien leyó el libro y se da cuenta de que mi significado no tiene nada que ver con el significado real del libro por favor dígamelo en privado dentro de una hora para no sentirme tan avergonzado.
Creo que el mundo nos está obligando a vivirlo desde una paleta cada vez más reducida de experiencias, definiciones y emociones. La felicidad, según el mundo actual, está en ser exitoso (lo que sea que eso pueda significar), en no preocuparte por tonterías como la amistad, el respeto, la cultura, la conciencia, el arte, la filosofía. Según el mundo actual, la vida está en el destino individual, en ser el mejor, en demostrar que soy el mejor, en que me envidien, que me admiren, que me teman, que me respeten. La valía de las personas se mide en pesos o dólares, si eres más afortunado; en títulos, puestos, calificaciones, jerarquías, CEO, gerente regional, socio, accionista, inversionista.
Nada de lo anterior es malo, de hecho creo que todo lo anterior puede ser también herramientas de cambio y de felicidad, pero no son el lugar donde se encuentra la vida. La vida está en otra parte. La felicidad está adentro, no afuera. Y como yo entiendo la vida como la búsqueda de la felicidad, entonces la vida está dentro, no fuera.
La vida está en ustedes, en lo que cada uno de ustedes pueda definir como vida. Pero para poder definir la vida tienen que saber quiénes son ustedes realmente, conocerse honestamente, descubrirse, entenderse, equivocarse, aceptarlo y cambiarse a ustedes mismos. De otra manera no van a poder vivir su vida. SU VIDA. No la de sus papás, no la de sus maestros, no la de sus amigos, no la de su familia, no la de sus parejas, SU VIDA.
Como decía Tyler Durden, el Übermensch que tanto analizamos, tu vida está acabando a cada segundo. ¿esto quiere decir que te tienes que apurar a ser exitoso, a tener dinero, a casarte, a tener hijos, a comprar una tele enorme, a beber todo el alcohol que puedas, a ligarte a todas las personas que te gusten, a probar todas las drogas, a saber todo lo que hay por saber y experimentar todo lo que hay que experimentar? No, de ninguna manera, y es aquí donde creo que está el problema de lo que muchos llaman “la posmodernidad”, esa especie de nihilismo yoloista que dice que nada importa si no tiene una marca, que nada vale si no es oficial, que nada interesa si no es caro, que nada es importante si no cumple con ciertas reglas sociales o matemáticas. Otra vez Nietzsche, otra vez Tyler Duden. No, lo importante de entender, no temer, entender que algún día vas a morir, es que todo lo que acabo de mencionar puede resultar inútil si no entienden que ahora, en este preciso momento, están vivos. Hasta que entendamos eso, no estamos viviendo.
No pretendo regañarlos, espero lo entiendan. Reconozco el esfuerzo que hicieron para poder estar aquí y terminar otra etapa más en su vida. Sobrevivieron muchas cosas, muchos maestros, muchas fiestas, muchas materias, muchas presentaciones de Power Point, muchos videos de Savater, muchas preguntas confusas en los exámenes, muchas, muchas, muchas cosas. Aún con todas esas cosas, lo lograron, como sea, están aquí. Hoy termina un proceso de su vida y comienza otro. A partir de este punto las decisiones de su vida serán cada vez más independientes y cada vez más trascendentes. Van a comenzar a escribir nuevas historias, nuevos recuerdos, nuevas anécdotas, nuevos amigos, nuevos maestros. De estas historias, los maestros que los acompañamos durante su prepa, lamentablemente ya no seremos parte. A menos que estemos presentes en la misma fiesta o el antro, en cuyo caso negaré categóricamente que fui su profesor de Filosofía e inventaré una historia en la que soy amigo de un primo suyo muy mayor o algo así.
Se que el discurso del padrino de generación debería ser algo más alegre e inspirador, pero prefiero serles honesto. Pretendo decirles hoy, en este día tan importante, que el mundo al que van ahora, es duro, está lleno de personas a las que no les importan, y con mucha seguridad, en algunos casos no van a obtener lo que desean. Y en este mundo, los momentos que serán más importantes, serán los retos, los fracasos gigantescos, las confusiones y la incertidumbre de no saber qué hacer con su vida. No se preocupen. Cuando eso suceda, cuando el mundo los abrume, deténganse unos minutos, respiren (de preferencia como les enseñó su profe de Locución, qué bueno es su profe de Locución) y repítanse a sí mismos: “la vida está en otra parte”. Y regresen al mundo, cámbienlo, mejórenlo, enriquézcanlo, sean generosos, sean genuinos, sean mejores de lo que han sido, sean persistentes pero más importante que todo esto: SEAN FELICES.
Mi regalo tiene una doble función, una práctica y una simbólica. Les doy un dado de 20 lados y un libro (una muy buena recopilación de obras de Nietzsche que estoy seguro, les va a encantar… si lo leen). Cuando les hablé de Dungeons and Dragons les expliqué que la suerte determinará mucho de su vida, pero me faltó decirles que lo más importante del juego es mejorar a su personaje, aumentar sus habilidades para que el número del dado sea cada vez menos relevante. El libro que les doy es una herramienta para mejorar a su personaje de este juego que es la vida. Mejoren a su personaje, y una vez que terminen este libro, sigan mejorándolo con arte, con cultura, con ciencia, con cosas geeks, con amor, con empatía, con autoconocimiento, con Filosofía, con más y más conocimiento más y más amplio. Lo importante es que su personaje, osea ustedes mismos, crezca y aprenda nuevas habilidades. Y no olviden que también en el dado, como en la vida, les puede salir un uno, y por más habilidades que tengan, no les va a salir bien su jugada. No importa. Es solo un momento, el juego es largo y al final es solo contra ustedes mismos.
Creo que tienen un potencial enorme para dos cosas fundamentales de la vida: ser felices y hacer que quienes los rodean sean felices. Los conozco, con varios de ustedes tuve la oportunidad de hablar en lo individual y se los reitero aquí, hoy, en el último día en el que les hablo como profesor: tienen muchísimo más potencial del que ustedes creen, del que les han exigido y del que han querido dar. ¿Potencial para qué? Para vivir. No se desperdicien a ustedes mismos, úsense, pero para ustedes mismos, para que vivan SU vida, LA vida, esa vida que está en otra parte.
Niños… Jóvenes. Les deseo una buena vida, una vida feliz. Ya quiero que vayan al mundo. Vayan y cámbienlo. Creo en ustedes y estoy seguro de que lo saben. Los quiero, lo digo de verdad y seguiré estando disponible si creen que les puedo ser útil para algo de aquí en adelante.
Muchas Felicidades generación 2013-2016.
Padrino de Generación. Profesor Rafael Navarro Beltrán.