Misterio en el Río Hudson

 In Cultura, Opinión

“Hay series ideales de acaecimientos que corren paralelos a los reales. Rara vez coinciden; por lo general, los hombres y las circunstancias modifican la serie ideal perfecta, y sus consecuencias son por lo tanto igualmente imperfectas.”

Fue con esta cita de Novalis que un joven escritor norteamericano, en el año 1842, dio introducción a su tercer relato policiaco, un año después del suceso de un terrible crimen con sorprendes parecidos a su obra, el cual nunca fue resuelto. ¿Es seguro asumir que este cierto autor sabía más sobre el caso de lo que parecía?

Quiénes lo conocen y han leído algunas de sus obras encontrarán imposible negarle el derecho de llamarlo todo un maestro de la literatura. Su trabajo tiene ese tono amenazador y enigmático característico de él que domina todo el drama; los personajes austeros y matemáticos son también fatídicos, y justo como dijo Ernst Jünger, en ello reposa su extraño hechizo. Se percibe en sus múltiples relatos de terror a un creador detrás de ellos, a una mente maestra de mirada fría, de carácter irónico y mordaz, con gran capacidad para la sátira magnífica. No puedo estar hablando de nadie más que del gran maestro Edgar Allan Poe.

Aunque su vida fue muy triste y enigmática, objeto a múltiples investigaciones sin fin, sus relatos siempre han sido brillantes, llenos de devoción de parte de su creador. Todo cuento de Poe tiene un fragmento de su misma alma, y fue esta misma devoción la que lo llevó a investigar e indagar el misterio del que estamos a punto de leer, tal vez más de lo que debería haber hecho…

Primeros eventos

Era el año de 1841 y hacía un terrible calor en el verano de Nueva Jersey. Muchos escritores, actores y otras celebridades de la época se detenían en la tabaquería “John Anderson” a coquetear con Mary Cecilia Rogers, de 21 años. Era una guapa y joven mujer, pero le aguardaba una terrible desgracia… pues en el río Hudson, cerca de Weehawken, se encontró su cuerpo flotando sin vida. Esta tragedia fue todo un misterio para toda la prensa neoyorquina, que se esmeraba en tratar de esclarecer este singular caso publicando diariamente reportajes a cerca de las acciones que se tomaban para resolverlo. Todos comenzaron a especular sobre la entidad del asesino, que sin duda, había hecho de Mary la víctima de un juego sucio.

Mary era frecuentemente acompañada a su casa por su patrón, Anderson, que al no tener una coartada convincente para el día del asesinato, fue arrestado como sospechoso. A pesar de esto, fue liberado en cuanto se encontró a un personaje más misterioso que él: David Payne, el prometido de Mary. Este admitió haber visto a su prometida tres días antes de que su cuerpo fuera hallado… la mañana de su desaparición.

En una zona boscosa cerca del rio fue encontrada la primera evidencia: una faja, un chal, una sombrilla y un pañuelo con las iniciales “M. R.”. Era evidente que ahí había tenido lugar un forcejeo, pues el suelo del lugar estaba pisoteado. Pero las desgracias no se terminaban: fue en ese preciso lugar donde, poco después, David Payne se suicidó. Tomó una sobredosis de láudano, o tintura de opio, y dejó detrás una nota suicida. “Éste es el lugar”, se podía leer en esta, “¡Que Dios me perdone por mi malgastada vida!”. ¿Era esta prueba de que él había sido el asesino de Mary? Sólo había un obstáculo para poder aprobar esta teoría, y era que la policía había afirmado que Payne tenía una coartada. No mucho progreso se logró en las investigaciones entonces, así prosiguieron hacia la solución del caso de la hermosa joven muerta.

Contraparte literaria

Edgar Allan Poe era, entonces, uno de los lectores de las noticias de prensa. Tenía 32 años y había publicado ya seis libros de cuentos y poemas que le habían dado cierta fama, pero su salario de 800 dólares anuales no era el suficiente dinero para poder seguir manteniendo a su esposa tuberculosa. Buscaba un tema para continuar su primer cuento policíaco, “Los Crímenes de la Calle Morgue” de 1841, y este caso lo inspiró. Pudo dar un nuevo misterio a su personaje C. Auguste Dupin, el primer detective ficticio, pero en su cuento Nueva York se convirtió en París y el río Hudson ahora era el río Sena.

“Con la intención de demostrar cómo Dupin resolvió el asesinato de Marie, en realidad hago un muy riguroso análisis de la verdadera tragedia de Nueva York”, escribió Poe a un amigo explicando su creación el 4 de Junio de 1842. “No omito ni un solo punto. Examino, uno por uno, los argumentos y opiniones de la prensa acerca del asunto y demuestro (creo que satisfactoriamente) que ni siquiera está cerca del tema. La prensa ha seguido una pista falsa. En realidad, creo que no solo he demostrado la falsedad de la noción de que la joven fue víctima de una pandilla, sino que también señalé al asesino.”.

Fue de este modo en el que el misterio de Mary Rogers se convirtió en El Misterio de Marie Rogêt, que fue publicado en tres números de la revista Ladies’ Companion, entre noviembre de 1842 y febrero de 1843. Con su impecable lógica demuestra Poe, por medio de su personaje Dupin, que sólo hay un asesino, “el hombre de complexión morena”, un oficial de la marina con el que se vio a Marie Rogêt (es decir, a Mary Rogers), por última vez y con el que ya había huido, tres años antes, durante varias semanas cuando trabajaba en casa de un perfumista. Según el cuento de Poe, Marie Rogêt fue atada y arrastrada hasta el bosque por su asesino, el cual después la condujo en barca hasta el centro del río Sena y allí arrojó el cadáver al agua, sin haber tenido la precaución de atarle un peso. No fue este su único descuido, sino que tampoco se preocupó en borra las huellas de su crimen una vez hubo vuelto a la orilla, tras lo cual abandonó la barca al capricho de las aguas y huyó.

Tras haber explicado Dupin el procedimiento del asesinato con detalle, Poe termina su narración, con esa conclusión abierta llena de misterio y sordidez, característica de su autor. No dio el nombre del culpable. El único dato adicional que se podía obtener al final de esta publicación era una nota editorial que explicaba: “Por razones que no especificaremos, pero que resultarán obvias a muchos lectores, nos hemos tomado la libertad de omitir la parte del manuscrito confiado a nuestras manos dónde se detalla el seguimiento de la apenas perceptible pista lograda por Dupin. Sólo nos parece conveniente dejar constancia, en resumen, de que los resultados previstos fueron alcanzados…”.

¿Fue este comentario en realidad autoría de los editores de la revista? ¿O era un recurso de Poe para ocultar evidencia del caso real? Cuanto este cuento fue publicado, la policía aún no había logrado resolver el caso…

Poe, ¿un asesino?

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Fue evidente que la gente empezaría a especular, poco después de la publicación de “El misterio de Marie Rogêt”, que posiblemente Poe sabía más de lo que quería decir. ¿Era posible que el autor estuviera implicado en el asesinado de Nueva York?

Los héroes de sus cuentos son egocéntricos, a menudo dejándose ser llevados por cualquier obsesión o pasión, torturar para su satisfacción y también asesinar, como se aprecia en varias obras. Esto no es en realidad nada menos que el reflejo del propio carácter de Poe, que tuvo que luchar gran parte de su vida contra la gran opresión que le provocaba la pobreza y la falta de reconocimiento literario. Combatía también contra su alcoholismo y adicción de toda la vida, pero sin ver resultado alguno. Sus relatos revelan que la muerte ejercía fascinación en el maestro de lo macabro, y sus familiares y amigos afirmaban que Poe parecía estar enfermo gravemente física e incluso mentalmente.

El escritor gustaba de visitar Nueva York regularmente, y gracias a la fama que tenía Mary Rogers, no es arriesgado suponer que la conoció. Al tener una esposa enferma, Poe pudo haber buscado en Mary la satisfacción que su pareja no podía darle. Pero, ¿sería capaz de asesinar, de haber sucumbido en un momento de frenesí a los oscuros instintos que aprisionaba dentro de sí, pero que liberaba en los extraños y amorales personajes de su obra literaria?

Los criminales, sin darse cuenta de sus deseos inconscientes de ser castigados, dan pistas frecuentemente que puedan conducir a su aprehensión; según dictan los psicólogos de la conducta criminológica. ¿Acaso fue esto lo que le sucedió a Poe al hacer la decisiva alusión al asesino de Marie Rogêt? Este escritor era moreno, con una negra cabellera que caía sobre su amplia frente. Aunque los detectives literarios siguen especulando acerca del papel que Poe jugó en el caso real que transformó a la ficción, no hay evidencia sólida que lo relacione con el asesinato de Mary Rogers.

Lo que si se ha logrado afirmar es que Poe adaptó su cuento a los hechos reales del caso, pues este hecho fue revelado por la policía luego de la publicación de la primera entrega, pero antes de terminar la serie. El “hombre moreno” al que el relato refiere era un practicador de abortos, posiblemente el mismo al que Mary fue llevada por el oficial naval en 1838, durante su primera desaparición. En el verano de 1841, la joven tal vez murió a consecuencia de su segundo aborto. Cuando el cuento de Poe iba a ser publicado en forma de libro dos años más tarde, este lo revisó e hizo 15 cambios menores para acomodar la posibilidad de que Marie hubiera muerto por un aborto mal practicado. Luego agregó notas a pie para dar la impresión que desde un principio estaba en lo correcto.

“En ‘Marie Rogêt’ no se omitió nada, salvo lo que yo mismo omití”, escribió luego Poe a un amigo tratando de explicar y justificar su cuento. “El ‘oficial naval’ que cometió el asesinato (o, más bien, la muerte accidental que resultó del intento de aborto), lo confesó. Todo el asunto quedó ya claro, pero en bien de los parientes, éste es un tema en el que no quiero extenderme”.

Queda a juicio del lector decidir si la obra de Poe, considerando las extrañas obsesiones del autor, pudo en verdad haber sido la crónica precisa del crimen cometido a Mary Rogers, de Nueva York. Y si este fuera el caso, también juzgar qué personaje o papel fue el que representó Edgar Allan Poe, maestro de lo macabro, en el caso real… Pues este es, como muchos otros, un misterio histórico que nunca fue resuelto y que los investigadores todavía buscar resolver. Este tipo de enigmas son, sin duda, más extraños que la ficción.

Bibliografía: Ang. Gonzalo (1993). “Secretos y misterios de la historia: Lo que los investigadores aún buscan resolver”. Alemania: Reader’s Digest.

 

Gabriela Aldana

Comments
  • Pedro Gomez Higuers
    Responder

    Felicidades Gaby por este inicio en la revista de tu prepa IT

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