EL INDIVIDUO Y LA UNIÓN HUMANA ANTE LA NATURALEZA: A PROPÓSITO DEL 19S. Segunda PARTE
México ha sido un país sumido en el pesado letargo de la corrupción. Vive constantemente en la pesadez de la insomne somnolencia de estar atascado en una crisis política sin esperanza. Pero es esa clase de somnolencia con la que se vive de manera natural: uno va a la cama a pesar de saber que no va a dormir. Es esta la triste torpeza del país. Pero ahora, ha vivido un terremoto de 7.1 grados. Decenas de inmuebles colapsaron, y los periódicos reportan unas 337 personas fallecidas. Los medios extienden la información como brasas, y el mundo es su maleza. ¿Qué es lo que ha pasado con la siesta de México? El pueblo parece haber despertado y muestra una ferviente energía social como repuesta a esta horrible tragedia. Se ha levantado de un golpe sin depender del llamado del gobierno que a veces parece incluso cantarnos canciones de cuna. ¡Este es el humano en unión! El letargo se ha convertido en cientos de cadenas humanas danzantes que sirven como voluntarios recogiendo escombros, apoyando a rescatistas, agitando sus manos en el aire en busca de qué más donar; salvaron vidas humanas e hicieron frente al más magnífico fenómeno de la tierra: la naturaleza impredecible.
El suelo se agitó bajo las camas en las que dormíamos, gritando: “¡despierta ya!” y su rugir sacó de las sábanas de la corrupción a nuestro pueblo de un golpe. El humano unido demostró en este cierto 19 de septiembre su poder para avivar a un país lacerado por las llagas del crimen cotidiano. De pronto se halló en las calles, entre los escombros, una movilización social que jamás una pizca de voluntad hubiera tenido. Incluso si fue por los segundos de levantar una piedra o por las horas de ruegos para que los trascabos se atrasaran, se creyó en el futuro. En un futuro que superara el actual pasado; un futuro en el que las personas atrapadas entre los escombros estuvieran rodeadas de su familia tomando una cena cálida. Entonces llorarían, y se dirían: “Este sismo nos ha dejado algo”. Son estas razones suficientes para creer en la voluntad del humano en unión, y más en el humano del pueblo mexicano. Esta es la prueba irrefutable de que nuestra sociedad mexicana se ha condenado a sí misma; pues en cualquier momento se puede levantar y vivir en un país cuyos libros de historia dicten “MÉXICO. País corrupto hace algunos años.”. El sismo ha vertido montañas de confeti sobre la fogata del pueblo mexicano; esta se avivó con gran energía pero una vez se termine el combustible volverá a hacerse una llama pequeña. ¡No dejemos que esto suceda! ¿En verdad necesitamos tragedias tan trascendentes para avivar nuestra voluntad? La reacción tras el 19S fue ejemplar: los individuos se negaron a vivir la tragedia solos y se hicieron una sola masa. Ya hemos visto, más arriba, lo amargas que pueden ser estas experiencias si se viven solas. ¡Qué diferencia hace, en verdad, estar unidos! Aunque puede que, en efecto, sea este un término demasiado romántico para algunos; pero de nuevo es probable que estos algunos sean los primeros en vivir las tragedias de manera más teatral.
Ya se han sacado múltiples sobrevivientes de los escombros incluso tras 5 días enteros, se salvaron a niños y a ancianos por igual; y todo gracias a la energía de nuestro pueblo. La zona de Roma, por ejemplo, se llenó de ciudadanos ofreciendo ropa, comida, equipo médico, pequeñas cosas de entretenimiento y toda clase de ánimos. Ahora, tras la tragedia, ¿qué vamos a hacer? Hay que sentarnos en nuestra sala amueblada y agradecer que nuestra casa no fue la que se cayó; y mañana no recordar más de lo sucedido. ¿Es esta la respuesta? ¡Vaya! No, no hagamos esto. Mejor hay que preguntarnos: ¿por qué no nos comportamos de manera tan unida y enérgica a diario? Pensemos, si este terremoto hubiera determinado el futuro del país en su mismo día, ¿sería México un país distinto? Lo sería. Esta fuerza social observada, ¡que nos sirva como comienzo, como comienzo a ese enorme camino que habrá que recorrer en los años que vienen! Este sismo debe dar comienzo a que el pueblo se dé cuenta de su poder. Si esta tragedia lo logra… entonces si tuviéramos la opción de que el sismo nunca hubiera sucedido, no sería sabio tomarla. Vale este cambio, vale esta vitalidad de la que hemos demostrado ser capaces. Tomemos en cuenta esta unión, la unión del 19 de Septiembre, para los días futuros que a nuestro país vienen.
Por Gabriela Aldana.